La OMS considera que estas enfermedades son las que tienen un mayor riesgo de convertirse en una epidemia, porque en la actualidad no existe una vacuna efectiva para prevenirlas y, además, todavía no se han adoptado medidas adecuadas para contener su propagación:
- Enfermedad por el virus del Ébola. Este virus tan letal, que se describió por primera vez en 1976 cuando se conocieron los primeros casos en Zaire y Sudán, desencadenó un brote epidémico sin precedentes en 2014, que demostró al mundo que es un problema de salud global, y que mientras se continúa investigando para desarrollar una vacuna y fármacos capaces de curar la enfermedad, precisa de la adopción urgente de medidas para prevenir y contener nuevas epidemias.
- Fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Esta patología viral la transmiten los animales –suele afectar a animales domésticos o de granja– al ser humano o a través de la picadura de una garrapata, aunque también se puede contagiar a través de los fluidos de una persona infectada. Puede iniciarse con síntomas inespecíficos como problemas respiratorios o gástricos –lo que dificulta su diagnóstico y favorece su propagación–, y en la fase final provoca hemorragias internas y causa la muerte de hasta el 40% de los pacientes. Se han dado casos en África, Asia, Medio Oriente y la Península de los Balcanes, lo que la convierte en una enfermedad con muchas posibilidades de expandirse.
- Virus Marburgo. Este virus, que pertenece a la misma familia que el del ébola y fue descubierto en 1967 cuando se detectaron varios casos de fiebre hemorrágica en laboratorios de Marburgo y Francfort (Alemania) y en Belgrado (capital de Serbia), también ha producido brotes esporádicos en Angola, Kenia, Sudáfrica y Uganda. En total, según la OMS, ha infectado a 571 personas, y ha matado a 470. Los afectados experimentan síntomas como fiebre alta, cefalea, vómitos, sarpullido, diarrea, fallos orgánicos y, finalmente, hemorragias masivas. La enfermedad se contagia a través del contacto con los fluidos de los enfermos o con objetos contaminados.
- Fiebre Lassa. Es una fiebre hemorrágica que se contrae al entrar en contacto con las heces de animales infectados –especialmente de ratas– a través de alimentos o enseres caseros contaminados, y que también se transmite de persona a persona o en centros hospitalarios mal preparados. Descrita por primera vez en los años 50, esta enfermedad, endémica de África Occidental, y cuyos síntomas son similares a los del ébola o las fiebres hemorrágicas, infecta cada año a entre 300.000 y 500.000 personas, causando la muerte de alrededor de 20.000.
- Síndromes respiratorios por coronavirus MERS y SARS. Estos coronavirus son muy agresivos y causan graves infecciones respiratorias con una elevada tasa de mortalidad. El MERS se detectó por primera vez en Arabia Saudí en 2012, y aunque desde entonces la mayoría de los casos se han producido en este país y otros de Oriente Medio, como Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Líbano, Qatar, Omán, Kuwait o Yemen, los viajeros han trasladado los virus a otras zonas del planeta y se han dado casos aislados en Europa (Francia, Reino Unido, Grecia, Italia…), en Estados Unidos, Túnez o Malasia, entre otros, y Corea del Sur también sufrió un brote en 2015. El SARS (síndrome respiratorio agudo grave) se encuentra presente en varios países de Asia, sobre todo en China y Singapur, desde hace tres años.
- Virus Nipah. Este virus, de la familia Paramyxoviridae fue identificado por primera vez en 1999 en un brote que se produjo en cerdos de granja en Malasia, en el que se contagiaron también personas que habían estado en contacto con ellos. Afecta al sistema nervioso y la encefalitis es una de sus complicaciones más graves. En 2001 se produjo un nuevo brote en Bangladesh.
- Fiebre del Valle del Rift (RVF). Se trata de una zoonosis transmitida por más de 30 mosquitos de siete géneros distintos, que afecta a rumiantes –sobre todo a las ovejas y al ganado bovino– y a seres humanos. También es posible contraer la enfermedad al entrar en contacto con sangre, líquido amniótico, o cadáveres, de animales infectados. Se detectó por primera vez en 1930 en una granja en Kenia, y es endémica en gran parte del África subsahariana. En 2012 se registraron casos en Arabia Saudí, Egipto y Yemen, y en 2013 en Mauritania. Suele manifestarse como una especie de gripe, pero un pequeño porcentaje de enfermos puede sufrir complicaciones graves como encefalitis, lesiones de retina y hemorragias, que pueden llegar a causar la muerte. Existe riesgo de que la RVF se extienda a otros países –entre ellos España- porque se ha confirmado la presencia de vectores que la transmiten.
- Fiebre severa con trombocitopenia (SFTSV). Este nuevo virus (fue identificado en 2011) podría transmitirse a través de la picadura de garrapatas, o por contacto con secreciones de personas infectadas. Provoca una enfermedad grave, y en China, donde se han registrado alrededor de 200 casos, la mortalidad ha sido del 12%. Sus principales síntomas son fiebre, dolores de cabeza y estómago, fatiga, vómitos y diarrea, y déficit de plaquetas.
- Chikungunya. El virus chikungunya lo transmite la picadura de un mosquito infectado. Sus síntomas son fiebre elevada e inflamación de las articulaciones. Es endémico en África y, desde que se descubrió, en 1953, se ha diagnosticado en millones de personas residentes en más de 40 países africanos, pero también ha llegado a Europa (España, Francia, Italia, Reino Unido), Asia (China e India) y Australia. En 2014 se declaró un brote epidémico en República Dominicana (un importante destino turístico), y se han detectado casos en países como Venezuela, Haití, Cuba, Puerto Rico y Estados Unidos, entre otros.
- Virus Zika. Los síntomas de esta infección provocada por un flavivirus que se transmite por la picadura de mosquitos del género Aedes, suelen ser leves –fiebre, dolores articulares y, en ocasiones, una erupción en la cara que puede extenderse al resto del cuerpo–, pero se está extendiendo con rapidez, y aunque se detectó por primera vez en África, recientemente se han producido brotes en islas del Pacífico, en Brasil, y en diversos países de América Latina y Central. Además, recientemente la OMS ha lanzado una alerta global porque se ha asociado padecer Zika durante el embarazo con un mayor riesgo de que el bebé presente microcefalia.